Mitología subterránea de los EE.UU

«Atenas y Oraibi son lo mismo» (Aby Warburg)

Rojo y blanco. Árboles.Sangre sobre nieve. La furia del río Missouri. El silbido de las flechas. Chispas que brotan de una hoguera como gotas de lluvia incandescente

Una película extraña; excesiva en su virtuosismo, pretenciosa en su concepción y mágica en su significado .

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La historia está basada en un personaje legendario del folklore americano, ya se sabe que los yankis al no tener Grecia, Shakespeare, Revolución Francesa   tuvieron que construir su mitología alrededor de la conquista  y este no es un factor histórico casual ni dentro de su historia cultural, ni dentro de su historia política. El personaje en cuestión es Hugh Glass un trampero, pirata, busca vidas que al parecer participó en una expedición alrededor de 1820 en la que se solicitaba la ayuda de cien hombres para el comercio de pieles . La vida de Glass, adornada de múltiples hechos dudosos o dobles versiones le sirvió de base a Michael Punke para escribir la novela The Revenant que Iñárritu ha utilizado para este filme y que de alguna manera es un remake de » El hombre de una tierra salvaje» (1971) interpretada por John Houston aunque  lejanamente también mantiene ciertos paralelismos  con «Un hombre llamado caballo» otro western justiciero de 1970; que confieso tampoco he visto.

En The Revenant se ha puesto de manifiesto lo que tímidamente ya veían asomando en el cine de González Iñárritu:  la megalomanía del director,  su fastuosidad al servicio del virtuosismo técnico y por encima de toda verosimilitud narrativa. Iñárritu coloca su rol como director  por encima de sus películas, y más allá de las necesidades narrativas de estas, al haber perdido la colaboración del gran Guillermo Arriaga, sus guiones se resienten, sus personajes pierden matices, profundidad psicológica y la historia queda llena de puntos flacos que el director consigue compensar con grandes momentos de genialidad cinematográfica; pero una buena melodía no se consigue siempre  con un solo de guitarra.

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The Revenant es una gran película a pesar de sí misma . Porque queriendo contar una historia termina contando otra. La historia de Glass habla de la otra Historia, la historia de la colonización.En la historia de la colonización norteamericana ha prevalecido un relato oficialista según el cuál la erradicación del indígena iba unida a la búsqueda de expandir los valores y costumbres de la civilización europea. Sin embargo, tal y como comprobamos en la película, las compañías que comerciaban con pieles, los exploradores y conquistadores no eran precisamente ilustrados, hijos de las luces, sino huidos de sus patrias, mercenarios, piratas, traficantes.

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Una revisión crítica de su obra demuestra  que Aby Warburg nunca estuvo en Oraibi, población indígena de la vieja Arizona. Pero su fascinación por las culturas originarias, que a mediados de 1800 ya estaban reducidas a pequeñas reservas en América del Norte, le llevó a emprender un viaje y un estudio de  los rituales indígenas norteamericanos que culminó en un texto  «El ritual de la serpiente» en el que aseguraba bajo un delirio lúcido «Oraibi y Atenas son lo mismo». En el epicentro del paganismo el ser humano utiliza los símbolos de la misma manera: las danzas de la lluvia, el uso de máscaras como ritual de   lucha que Warburg documenta en culturas indígenas y en culturas ancestrales europeas le llevan a afirmar la existencia de una necesidad biológica del arte, del uso del símbolo a medio camino entre la devoción religiosa y la expresión del deseo colectivo.

» Los hombres de las cabezas artificiales les infunden con estas máscaras tanto o más terror que, el conocido a través de la terrorífica inmovilidad de las muñecas. ¿Quién podría decir con certeza que nuestras muñecas en origen no fueron demonios análogos?»

Lo genial en Warburg es que supera la clásica contraposición entre la visión hobbesiana que condena al hombre a ser víctima de su propia supervivencia, y la mistificación rousseauniana, profundamente etnocentrista, basada en el mito del buen salvaje, que vincula las culturas indígenas sólo por el mero hecho de serlo a un ideal de ingenuidad y benevolencia. La naturaleza voraz, la naturaleza sagrada. ¿Cómo reconciliar una polaridad imposible? Del texto de Warburg se desprende la existencia de un hilo silencioso que une a todos los pueblos sin distinciones entre escalas civilizatorias, que no diferencia  a los colonizadores de los colonizados donde todos formamos parte de un paganismo ancestral, de una mitología indestructible, no lógica, no racional, no traducible, en el que la fuerza emergente del paisaje desborda el significado acotado de los términos.

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¿Qué tiene que ver esto con la película de Iñárritu, con esa otra historia subyacente que circula río abajo como una corriente constante bajo el fluir de la historia principal?  Parece que en toda la composición pictórica Iñárritu haya rendido tributo a esa mitología telúrica que los propios colonos desarrollan en contacto con la tierra, con su orografía, su climatología adversa. La imagen se despliega allí donde lo verbal no puede. Las imágenes oníricas de Glass; el caballo, los árboles, las raíces, las garras de una osa, el sol meciéndose salvajemente en el horizonte ¿Con qué tienen que ver? ¿Son Oraibi? ¿Son Atenas? La cosmovisión indígena, a pesar del antagonismo existente entre los tramperos y los aikara acaba penetrando en el subconsciente de los colonos porque se trata del lenguaje simbólico  de la propia tierra:  antílopes, los ojos de un buey, briznas de hierba que resisten el último rayo de sol.

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Muchas veces reparamos en lo que la colonización subvirtió en las costumbres y culturas indígenas, hasta reducirlas a su casi total desaparición, pero pocas veces incidimos en el impacto cultural que el contacto con las tribus indias tuvo para los colonizadores. Creo que este es uno de los puntos fuertes implícitos en las película de Iñárritu.

«El viento no puede vencer a un árbol con fuertes raíces.» Así empieza la película : con una frase de la india pawnee que interpreta a la madre de Hawk y el desarrollo de esa frase a lo largo de toda la película es el leiv motive de la supervivencia de Glass, la película culmina con la frase que le dice otro indígena en un momento del filme y que el propio Glass repetirá: » La venganza está en manos de los Dioses…no en las mías». Pero el Glass que mira a cámara ya no es el mismo del principio. El título de El renacido hace también referencia al hombre que muere, que deja morir una identidad, una cultura, para emerger, para renacer en mitad de otra. Esa otra no es la pawne, ni la indígena y al mismo tiempo sí lo es. Es una cultura cuyos símbolos y obsesiones proceden de la expresión directa de la naturaleza. Una naturaleza voraz pero también bondadosa. Ni Rousseau ni Hobbes ganan tampoco en la película de Iñárritu. La plasticidad del filme aboga por mostrarnos hasta la laringe,  una naturaleza poderosa, hermosa hasta en su poder devastador.

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El signo espiral gravado por Hawk en la cantimplora, acaba en manos colonas y luego en manos indígenas para ser devuelto al fuerte colonizador original.

La mitología  de EE.UU tiene que ver con un sincretismo extraño. Al igual que Warburg, la película de Iñárritu nos indica que el mito fundacional de América se asienta muy lejos del Mayflower, es una mezcla de la violencia de los colonizadores apátridas, poseedores sólo de su propia supervivencia y las tradiciones ancestrales indígenas que hunden sus raíces en  una comprensión simbólica de la naturaleza. 

Observa al antílope, que es puro correr y corre tanto mejor que el hombre, u observa al oso, que es la fuerza pura. Los hombres sólo hacen en parte lo que el animal es enteramente.

(Aby Warburg)

El ritual de la serpiente del que hablaba Warburg se completa. Culto al rey sol. Paganismo griego. Iglesias paleocristianas. Todo encuentro cultural es un viaje de ida y vuelta.

http://cmxcix-distopicas.blogspot.com.es/2010/03/aby-warburg-el-ritual-de-la-serpiente.html